Mikao Usui. El redescubridor del Método

Mikao Usui , nacido en Japón el 15 de agosto de 1865; no poseemos datos oficiales detallados de su historia. Existen controversias al respecto de la vida del redescubridor del método Reiki; su historia fue transmitida oralmente de maestro a 
discípulo, permaneciendo envuelta en mucho misterio. Con el transcurrir de los años sufrió varias alteraciones, con el fin de que el método pudiese ser introducido en Occidente, principalmente en lo que concierne a su formación profesional y a su  religiosidad; no obstante, la esencia,  que puede quedar mejor descrita como una 
leyenda, se la conoce por haber sido transmitida de generación en generación. 

Mikao se hizo sacerdote católico. Además de ser sacerdote cristiano, impartía lecciones y era rector de una pequeña universidad cristiana en Kioto (Japón), la Doshisha University. 
Usui escuchaba y leía muchas historias sobre Jesús, que en el pasado, mediante la imposición de las manos y siguiendo una técnica específica, realizaba curaciones, milagros, y ayudaba a otras personas en sus habilidades metafísicas; curioso, observaba que una gran parte de las personas eran infelices e improductivas, asoladas por estados represivos y enfermizos; situaciones 
que lo indujeron ardientemente a conocer también las habilidades curativas. 
Cierto día, durante una discusión con un grupo de seminaristas que concluían su formación, le preguntaron al doctor Usui si creía literalmente en la Biblia. Al responder afirmativamente, sus estudiantes le hicieron recordar las curaciones realizadas por Cristo. Los estudiantes mencionaban las palabras de Cristo: “Harás como yo he hecho, y también las cosas grandes”. 
Se preguntaban por qué no existían en el mundo de hoy otros sanadores que actuasen de la misma manera que Cristo, pues Él había pedido a sus apóstoles que “curasen a los enfermos y resucitasen a los muertos”. Si eso es verdad, enséñenos 
los métodos, inquirieron los alumnos; queremos saber cómo podrían llevarse a cabo hoy también aquellas curaciones. Le dijeron que no era suficiente con que ellos creyeran; querían ver con sus propios ojos cómo Jesús realizaba la curación. Mikao Usui no podía dar respuesta a las dudas planteadas por los estudiantes porque no la 
tenía. Sin embargo, no podía quedar sin respuesta, ni para sí, ni para sus estudiantes. Usui no tenía cómo enseñar la fórmula de armonización del cuerpo tal como Jesús la transmitió a sus discípulos; simplemente tenía fe en las escrituras. El doctor Usui permaneció callado, pues, de acuerdo con la tradición japonesa, había sido ultrajado en su honra como profesor  y rector, en virtud de no haber podido responder las preguntas de sus discípulos. En ese mismo día pidió dimitir de sus funciones y se decidió a buscar las respuestas a este gran misterio. 
Como la mayoría de sus profesores habían sido misioneros norteamericanos, y los Estados Unidos era un país predominantemente cristiano, decidió iniciar sus 
estudios en la Universidad de Chicago, en el seminario teológico, auspiciado por el 
intercambio cultural de la dinastía Meigi. 
En 1898, Mikao viajó a los Estados Unidos, donde estudió teología, 
cristianismo y la Biblia, y, tras siete años de estudio, se  doctoró en teología. 
Estudió lenguas antiguas para poder leer las antiguas escrituras, inclusive el chino y   el sánscrito, la lengua más antigua de la India. Tras este largo periodo de estudios, al no haber encontrado las respuestas, decidió que debería continuar sus investigaciones en algún otro lugar. 
En aquel momento, tropezó con el hecho de que Gautama el Buda (620-543 a. de C.) también era conocido por sus curaciones de ciegos, de enfermedades tales como la tuberculosis y la lepra, entre otras, y resolvió, por ello, regresar a Japón, a 
fin de investigar más sobre las curaciones realizadas por el Buda, con la esperanza de hallar la clave para la curación. 
El principal centro budista se hallaba en Nara, no obstante, en Kioto había cerca de 880 templos y monasterios, e incluso un templo Zen que poseía la mayor biblioteca budista del Japón, donde podría  investigar las escrituras de los Sutras referentes a las curaciones del Buda. 
Durante siete años, Mikao Usui peregrinó en busca de las Antiguas 
Escrituras en las bibliotecas, y de monasterio en monasterio; entretanto, cada vez que tenía cerca algún monje budista, se dirigía a ellos y les preguntaba si tenían conocimiento de alguna fórmula en relación con las curaciones realizadas por el Buda, y siempre recibía la respuesta de que, en aquel momento, estaban muy ocupados con la curación del espíritu para poderse preocupar con la curación del 
cuerpo. Después de numerosas tentativas, llegó a un monasterio zen y, por primera vez, fue alentado por un anciano monje que estuvo de acuerdo en que podría ser posible curar el cuerpo, como ya lo había hecho el Buda; y además, que si había sido posible una vez, debería existir la posibilidad de descubrir nuevamente la fórmula de curación. Pero le advirtió que, durante muchos siglos, toda la 
concentración se había puesto en la curación del espíritu. 
Mikao decidió que iba a estudiar los Sutras en el Tíbet y, en vista de que dominaba bien el sánscrito, viajó a la India, y en una de sus investigaciones en un antiguo manuscrito de un discípulo anónimo del Buda, escrito en ese idioma, encontró los cuatro símbolos sagrados de la fórmula utilizada por el Buda para 
curar. 
Los Sutras, escritos hace más de 2.500  años, ponían en movimiento una energía sumamente poderosa capaz de conducir a un poder ilimitado de curación; sin embargo, una simple fórmula sin las explicaciones de cómo usarla, y sin poseer la debida capacidad de activarla, no le otorgaba la habilidad de curar. 
 
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